Las marcas llevan años hablando de diversidad.
De representación.
De “mujeres reales”.
Pero cuando miras sus campañas, ¿qué ves?
A los 20, todo está bien.
A los 30, todo sigue en forma.
Y después… silencio. Invisibilidad con filtro.
Como si a partir de cierta edad ya no fuéramos interesantes.
Como si el deseo, la presencia o la decisión de compra caducaran con las canas.
Spoiler: no lo hacen.
La mujer de más de 40 tiene algo que muchas marcas aún no saben interpretar:
credibilidad, experiencia y poder real de influencia.
¿Dónde están las campañas protagonizadas por mujeres que no tienen 25?
¿Dónde están las colaboraciones con mujeres que tienen una comunidad fiel, aunque no viral?
¿Dónde está ese contenido que no pretende ser perfecto, pero conecta, porque se nota que es verdad?
El User Generated Content (UGC) es la gran mina sin explotar para las marcas.
Pero mientras siguen buscando chicas jóvenes que bailen en TikTok,
se están perdiendo de algo mucho más valioso:
Mujeres que generan confianza. Mujeres que venden sin esfuerzo porque no venden humo.
Las mujeres reales no crean contenido. Crean conexión.
No necesitas una producción de 10.000 euros.
Necesitas a una mujer que hable como habla, que se mueva como se mueve,
y que tenga la autoridad de quien ha vivido lo suficiente como para no necesitar adornarse.
Las marcas que empiecen a contar con ellas no solo harán justicia.
Tendrán resultados.
Esto no va de inclusión.
Va de inteligencia de negocio.
Porque una mujer que recomienda un producto desde su verdad,
lo hace con una fuerza que ningún anuncio de 30 segundos puede replicar.
Porque cuando hablamos nosotras,
no lo hacemos por trend.
Lo hacemos con historia. Con peso. Con criterio.
Así que, marcas, si aún no lo habéis entendido:
No somos un target difícil.
No somos un perfil “difuso”.
No somos “un riesgo”.
Somos una oportunidad. Y aún estáis a tiempo.